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Audición nº 04: Guillermo Tell (Rossini)

Según la leyenda, Guillermo Tell era un habitante de Bürglen (pueblo del cantón suizo de Uri), ballestero, famoso por su puntería, de finales del siglo XIII y principios del XIV. En aquella época, la Casa de Habsburgo se había anexionado recientemente algunos cantones suizos en su intento de conseguir la contigüidad territorial entre sus posesiones en el alto Rin y las del Tirol.
Cierto día en el que Guillermo Tell, que hasta entonces no había desarrollado ninguna actividad política, pasaba por la plaza mayor de Altdorf acompañado por su hijo, rehusó inclinarse en señal de respeto ante el sombrero instalado en la plaza simbolizando al soberano de la Casa de Austria. Ante tal muestra de rebeldía ante su legítimo señor, el gobernador de Altdorf, Hermann Gessler, presentado como un individuo colérico y sanguinario, detuvo a Tell. Habiendo llegado a sus oídos noticia de su fama como ballestero, le obligó a disparar su ballesta contra una manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo, el cual fue situado a 50 pasos de distancia. Si Tell acertaba, sería librado de cualquier cargo. Si no lo hacía, sería condenado a muerte.WilliamTell

Tell intentó en vano que Gessler cambiara su castigo, de modo que introdujo dos flechas en su Ballesta, apuntó y gracias a su habilidad como ballestero consiguió acertar en la manzana sin herir a su hijo. Al preguntarle el gobernador por la razón de su segunda flecha, Guillermo Tell le contestó que estaba dirigida al corazón del malvado gobernador en el caso de que la primera flecha hubiera herido a su hijo. Enfurecido por la respuesta, volvió a detenerlo y mandó que lo encarcelaran en el castillo de Küssnacht. En el camino al castillo, a través del lago de los Cuatro Cantones, estalló durante la travesía una tormenta que a punto estaría de llevar a pique a la nave. Tell, desatado por los guardianes para que pudiera llevarlos a tierra, se hizo con el control del barco y logró llevarlo a la orilla, salvando así su vida y la de los demás ocupantes de la barca, entre los que se encontraba el propio Gessler. Apenas desembarcado, Guillermo Tell huyó, tendiendo poco después una emboscada al gobernador y matándolo con su segunda flecha. Este hecho marcaría el comienzo de la sublevación de los cantones suizos de Uri, Schwyz y Unterwalden contra los Habsburgo, convirtiéndose en un mito fundamental en la lucha de Suiza por su independencia.

Estoy totalmente segura de que esta obertura os sonará de las películas y también de que podéis ir reconociendo los instrumentos de la orquesta que se ven en la presentación:

Basándose en esta leyenda, y sobre todo en la historia escrita por el dramaturgo y poeta alemán Friedrich Schiller, compuso Rossini la música de la ópera del título de nuestro cuento.

Esta es una ópera seria y de gran extensión, de gran impulso dramático y lírico, proveniente de la partitura totalmente distinta de las que nuestro autor había compuesto en su época anterior. Esto convierte a Guillermo Tell en una ópera romántica.
Existen varias grabaciones de la obra, pero dada su longitud y las capacidades técnicas del reparto no se produce con regularidad (casi seis horas y un tenor capaz de lograr hasta veintiocho dos de pecho).





ROSSINI Y LA COCINA

Al llegar a Paris por primera vez en 1823 le precedió la fama de su genio, lo que le permitió codearse con los nobles e intelectuales franceses como Anthelme Brillat-Savarin, Alejandro Dumas, entre otros.  En este ambiente conoció a quien se convertiría en su gran amigo: Antoine Carême, el famoso cocinero y gastrónomo francés, quien tras haber trabajado para los personajes más influyentes de la época, dirigía por ese entonces las cocinas de los Rotschild, donde conoció al compositor, ya que cada vez que este último era invitado a cenar a esta casa, lo primero que hacía era dirigirse a la cocina para saludar al chef y robarle algunas recetas y consejos gastronómicos. Mediante estos encuentros se fue forjando una gran amistad, que duraría años, hasta el regreso de Rossini a Italia. Pero ni la distancia logró cortar la amistad. Un ejemplo de esto ocurrió cuando Carême le envió un paté de faisán trufado a Bolonia para el disfrute de su gran amigo, con una sencilla nota: “De Carême a Rossini”. El maestro no se quedó atrás, respondiendo a este detalle componiéndole una pieza musical titulada “De Rossini a Carême”.
A partir de ese momento nacieron multitud de preparaciones en las que se asocia el “apellido“ Rossini, creyéndose que son creación directa compositor, casi todas tienen foie y trufas, por lo general salteadas en media glasa. Podemos encontrar por tanto innumerables preparaciones a la Rossini como, huevos revueltos,  pulardas, tortilla, supremas de ave, filetes de lenguado, pollo salteado y los famosos canelones que no tenían nada que ver con los que comemos ahora ya que llevaban un ingrediente indispensable: trufa

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