Célebre por su popular primer movimiento, es una de las dos únicas
sinfonías escritas en tonalidad menor. Al igual que sucede con la
sinfonía Júpiter, no existe prueba documental de que haya sido
interpretada en vida del compositor. Pero Mozart realizó cambios en
ella, y se conservan ambos manuscritos, lo que ha llevado a un estudioso
a afirmar, razonablemente, que el compositor "no se hubiera tomado el
trabajo de añadir las partes de los clarinetes y reescribir las de
flautas y oboes si no las hubiese escuchado interpretadas"
Fiel a su curiosa costumbre, en junio de 1788, W.A. Mozart y su mujer
Konstance se mudaron de casa por enésima vez. Con sus dos pequeños
hijos, Karl de 4 años, y Teresa de apenas seis meses, renunciaron a los
paseos en el Prater y se trasladaron a un apartamento en los suburbios
de Viena, con el propósito de cambiar de aires y, en principio, para
rebajar el pago de la renta que cada mes se hacía más difícil en el
centro de la ciudad. Pero nada de eso aconteció. Wolfgang y Konstance
terminaron alquilando el apartamento más caro de los disponibles en la
residencia del apartado suburbio de Alsergrund y, si de cambio de aires
se trataba, la pequeña Teresa murió apenas diez días después de que la
familia se instalara allí.
Hubo que pedir ayuda. Y por enésima vez también, el amigo y hermano masón Michael Puchberg no desoyó la petición de apoyo financiero. Hacía apenas dos años de los éxitos de Figaropero
Mozart estaba ahora en franca bancarrota. Es cierto que el apartamento
de Alsergrund era el más caro pero también el más espacioso, el único
que tenía acceso al jardín y el único con siete habitaciones. Muchas
comodidades para inquilino tan poco opulento. Pero el amigo masón
comprendió todo ello: entendió que a Mozart, como a cualquier individuo
corriente, le resultaba difícil renunciar a un estilo de vida al que se
había acostumbrado. Entendió también que el genio de Salzburgo
necesitaba ahora más que nunca espacio y contacto con la naturaleza para
proseguir con su tarea.
Y Mozart no lo decepcionó. En el apartamento de Alsergrund, aunque de
duelo pero cómodamente instalado, Wolfgang Amadeus compondrá en el
verano de 1788, en menos de seis semanas, sus tres últimas sinfonías: la
N° 39 terminada el 26 de junio, la N° 40 el 25 de julio, y la N° 41
llamada Júpiter el 10 de agosto. Su nuevo hogar durará poco.
Deberá mudarse a un apartamento más pequeño en enero del año siguiente.
Los años dorados de Mozart en Viena han llegado a su fin.
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